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martes, 21 de junio de 2011

Filosofía Medieval: Pedro Abelardo



“Se debe saber lo que se piensa con una exposición de la fe, lo que significa para la conciencia individual y para la comunidad.”
Pedro Abelardo[1]




Una mirada a la historia nos permite observar lo trascendental que ha sido para el ser humano tener fe porque “Ciertamente la fe es un fenómeno universal, sea cual sea el dios que se venere. Pero su importancia, su expresión y sus consecuencias son distintas, según los pueblos. Es un don, un abandono del ser a Dios en la confianza sentida”[2].Para sintetizar lo expresado aquí, hemos tomado  como referente a Pedro Abelardo, uno de los más grandes representantes de la filosofía medieval el cual, plantea el tema de la fe desde una perspectiva completamente distinta a todos los de su época; por el empleo exagerado que le da a la explicación racional de ésta. Él manifiesta que la fe“[…] no puede consistir solamente en repetir formulaciones  recibidas; debe producir en el oyente una conmoción interior,”[3]es decir, el hombre necesita hacer un reconocimiento racional de la fe para que no actúe por simple tradición. Por estas razones, hemos decido   ahondar  sobre el transito que hizo Pedro Abelardo entre la fe[4] y la razón. Para analizarlo, se va a dividir el texto en tres partes: en la primera se expondrá someramente la Fe y la Razón en Pedro Abelardo. En la segunda, se analizará la importancia que tuvo la lógica Aristotélica en el proceso del reconocimiento de la fe y en la tercera, se explicará el problema de los universales, para hablar un poco sobre el misterio de la trinidad.


1.      Fe y Razón  en Pedro Abelardo
 Pedro Abelardo filósofo escolástico “sometió a un examen preciso la relación “ratio” y “fides.”[5] Para la comprensión de ambas, se debe tener en cuenta la afirmación que hizo Abelardo sobre la razón como aquella que permite al hombre “comprender lo que dice y puede explicar su fe racionalmente, juzgarla y distinguirla de su desfiguración”[6], es decir, que tenga la facultad de distinguir lo verdadero de lo falso; y por lo tanto  pueda interiorizarla. Es  una fe que necesita sólo de  un esfuerzo racional comprensible.
En este sentido, Abelardo valora la razón como “medio de la posibilidad, en sí limitada, de  la exposición de la fe.”[7] Utiliza la dialéctica como medio para enseñar a discernir las causas que inducen el comportamiento de los hombres (sea bueno o malo), lo que significa  que la fe depende únicamente de la actitud voluntaria del hombre y del empleo que éste le de a los recursos dialecticos para la exposición y la elucidación de los misterios de la fe.
Ahora bien, abordando nuevamente la fe se puede decir de ésta que por ser algo que proviene del interior de cada ser humano no puede comunicarse porque es algo indecible, es un impulso hacia Dios, un impulso del alma y del cuerpo por creer en algo que  no es inteligible para nuestros sentidos. De aquí que   las dos funciones de la razón sean “llevar al creyente al “intellectus” y la de defender hacia afuera contra los no creyentes y herejes la “fides christiana.”[8] Por consiguiente, desde Pedro Abelardo no se puede hablar de una separación entre fe y razón porque es necesaria la razón para defender y exponer  la fe.

2.      La influencia de la lógica Aristotélica en el pensamiento de Pedro Abelardo
Pedro Abelardo fue reconocido en su época como un aristotélico, en un mundo cristiano de inspiración esencialmente platónica. Para él como para todos los filósofos escolásticos anteriores al Siglo XIII, “la investigación filosófica significa casi exclusivamente la discusión y elucidación de los problemas planteados por los tratados lógicos de Aristóteles.”[9]  Precisamente este planteamiento es lo  que lleva a que “el pensamiento cristiano se ve abocado a una serie de problemas propios, al tiempo que entrevé insospechadas posibilidades de aclaración y enriquecimiento”[10] se trata es de aclarar los dogmas haciendo uso de la razón cuya base se encuentra en la lógica.
En este sentido, sobresale el hecho de que Abelardo  hace cometarios sobre la biblia e interpreta los dogmas utilizando “un argumento esquemático, preciso, contundente –que luego será el estilo de los escolásticos”[11]Cabe aclarar que Abelardo no fue un fundador, fue sin duda, un gran incitador por los diversos puntos de vista que expuso respecto a la lógica aristotélica entre ellos: aclarar el sentido de la significación y examinar su relación con el significado. Para conseguir esto, se dedicó al análisis lógico de la predicación pero,  hablar únicamente del significado no deja las cosas claras. Diremos pues que “la solución de Abelardo parecía tender a una vacilación entre la realidad[12] del “encuentro de lo común en los individuos, y la concepción del universal como una intelección de la mente.”[13] Para aclarar este punto es necesario recordar que  las reflexiones de Abelardo  tienen en buena medida como punto de referencia una preocupación por los universales. Por ello en la siguiente parte le prestamos atención a dicho asunto.
3.    El problema de los universales para explicar el misterio de la trinidad
Pedro Abelardo, fue un autor que dio vueltas en torno al problema de los universales, se le condena por “haber tratado de mostrar que el misterio de la tri-unidad de Dios puede formularse en términos exclusivamente racionales, que naturalmente todos los hombre creen en la trinidad”[14]ya que en su conciencia, se encuentra una imagen suscitada por el mismo fervor como creyente. Abelardo no ve puesta la fe en la trinidad  sino en la encarnación, como aquel misterio que es inasequible al entendimiento humano. De aquí se desprende que la razón humana es la que lleva al descubrimiento del misterio de la trinidad teniendo una perspectiva muy lejana de la explicación cristiana.
Los universales en Abelardo se pueden esquematizar de la siguiente manera “el universal es un nombre, un nomen, y el nombre de una vox significativa” se trata es de explicar el significado y el significante (como suele hacerse en cualquier  proceso pragmático). En este caso, el significante es la trinidad y el significado es que “el Dios cristiano es uno y trino: tres personas distintas y una sola naturaleza”[15]por consiguiente se tiende a pensar que existen tres dioses pero, este es el misterio que siendo Dios, sea al mismo tiempo tres personas distintas. Aquí es donde se puede hacer una analogía  con la definición de los universales; “lo que llamamos universal, pues significa la una y la misma realidad  que se multiplica.”[16] El problema que ve Abelardo en   los universales, se sitúa  dentro de la pregunta por el principio de individuación, puesto que para él los universales no existen porque lo único existente es lo que perciben los  sentidos, es decir, lo concreto.

Observaciones para concluir
En este ensayo hemos tratado de examinar algunas implicaciones de la posición de Pedro Abelardo sobre la razón y la fe. El objetivo de esta indagación  ha sido mostrar por qué es necesario conocer el transito que hizo dicho autor en ambos conceptos, para poder comprender  el tema de los universales como problema principal de la dialéctica.

 ANDREITA C.P
BIBLIOGRAFÍA


Ø  GOSMANN, Elizabeth. Historia de los dogmas. Tomo I, Cuaderno 2: “Fe y Conocimiento de Dios en la Edad Media” Madrid, 1975

Ø  LALOUETTE, Claire. La sabiduría semítica. Del antiguo Egipto hasta el Islam. Edaf Morales, S.A. 2000. México. p.201.

Ø  GIANNINI, Humberto. Breve Historia de la Filosofía. Editorial Universitar, S.A. Santiago de Chile, 1997.

Ø  MORA,  José Ferrater. Diccionario de Filosofía. Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona,1994

Ø  Tomado de http://www.luventicus.org/articulos/03A002/abelardo.html. Visitado el día 26 de marzo 2010




[1]  GOSMANN, Elizabeth. Historia de los dogmas. Tomo I, Cuaderno 2: “Fe y Conocimiento de Dios en la Edad Media” Madrid, 1975, p.14.
[2] LALOUETTE, Claire. La sabiduría semítica. Del antiguo Egipto hasta el Islam. Edaf Morales, S.A. 2000. México. p.201.
[3] Ibíd., p 14
[4] El concepto Fe, conlleva a diferentes interpretaciones, sobre todo cuando nos referimos a ésta en términos generales. Abelardo permite comprender que la fe  no se debe adquirir por “trasmisión cultural”, porque la cultura y lo que allí se valora en el ámbito de lo público y lo privado tienen una fuerte influencia en la fe que profesa el ser humano.

[5] Ibíd., p. 14
[6] Ibíd., p. 15
[7] Ibíd., p. 16
[8] Ibíd., p. 16
[9]Tomado de http://www.luventicus.org/articulos/03A002/abelardo.html. Visitado el día 26 de marzo2010

[10] GIANNINI, Humberto. Breve Historia de la Filosofía. Editorial Universitar, S.A. Santiago de Chile,1997.p.124
[11] Ibíd., p. 125
[12] MORA,  José Ferrater. Diccionario de Filosofía. Tomo I. Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 1994 p.14.
[13] Ibíd., p. 16
[14] Ibíd., p. 125
[15] Ibíd., p. 125
[16] Ibíd., p. 126

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